Colombia

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martes, 20 de mayo de 2008

No hay mal que por bien no venga

Hoy les voy a contar lo que me pasó el 14 de mayo de 2008 cuando fui a comprar unos cables al centro comercial eléctrico Carabobo. Antes déjenme contarles donde está ubicado, pues con tantas remodelaciones en esta ciudad que fácilmente lo acaban y construyen cualquier cosa. Esta ubicado en la calle 44 San Juan con carrera 51 Bolivar. Es una especie de zaguán largo en curva, no es bonito, parece medio abandonado y los sitios de venta son disparejos, mientras unos están atiborrados de mercancía, otros en cambio parecen el borde del cierre.

En fin, entre a un sitio que por su variedad de mercancía y apariencia, parece ser uno de los mejor administrados. Le pedí al dependiente que me vendiera dos cables de audio. Uno debía ser de unos 50 cms. y el otro de 1.50 mtrs aprox. Con terminales de buena calidad xlr y balanceados. Todo bien hasta ahí. Luego le pedí me vendiera 2 baterias cuadradas de esas de 7 voltios y dos triple A. muy bien, me las despacharon y esperé a que me fabricaran los cables. Pero el tiempo transcurria y no me los entregaban. Me apuraba el tiempo, debía recoger un papel importante y me quedaba media hora. Entonces mientras esperaba miré en otro sitio, al lado, la mercancía, y en un estante observé que tenían baterías de teléfono inhalámbrico que necesitaba. Mi teléfono estaba muy mal, apenas contestaba y ya empezaba a sonar un incómodo timbre que desesperaría hasta a un oso perezoso. Pedí entonces una batería de aquellas y me dijeron que costaba 14 mil pesos. Me pareció costosa, pero bueno - pensé- duran mucho, comprémosla.

Despúes de pagar regresé al sitio donde construían mis cables, pero nada que estaban listos, ya me comenzaba a desesperar. Para distraerme un poco del afán que el tiempo, como martillo golpeaba mi espalda, pasé a otro local donde observé de nuevo las baterías de teléfono pero en otra marca. Pregunto cuánto valen o no? -me dije a mi mismo- Mejor no porque donde valgan menos me muero de la rabia... Sin embargo pudo más la curiosidad.

Amigo, cuánto vale la batería?
6 mil pesos -dijo el dependiente- Aaahhhrr mierda, vio, yo sabía, que rabia.

Bueno regresé de nuevo a preguntar por mis cables y me dijeron que aun no terminaban.

Mire -dije- termínelos y regreso más tarde, tengo que recoger un papel y se me hace tarde -Le dije al vendedor-.

Bueno, pero páguelos antes de irse -contestó el vendedor-.

Muy bien, cuánto es?

Son... -sumo con su pequeña calculadora casio, para mi esos aparatos son el sinónimo del concepto de eternidad- y dijo- son 30 mil pesos.

Pague y salí.

Después de media hora regresé y efectivamente mis cables estaban terminados. Pero al llegar el vendedor me miró y dijo:

Señor, lo siento pero aun me debe dinero.

Dinero? -pregunté- yo ya le pagué.

Si, pero no alcanza, lo que pasa es que no le cobre las baterías, entonces me debe 14mil de las baterias y 6 mil más de los cables...

Amigo,-dije- no tengo más dinero, no me alcanza, acabo de pagar algunas deudas y me quede sin dinero, lo único que podemos hacer es que le devuelva las batería y sólo le puedo dar los seis mil pesos de más por los cables.

El vendedor accedió, devolví las baterías y le pague el resto con algo que aun me quedaba.

Entonces se me ocurrió ir al local donde compré la batería del teléfono.

Amigo, mire, tengo un problema -le dije al vendedor. Me puede cambiar la batería de telefono que le compré y me da a cambio dos cuadradas de 7 voltios y dos triple A?

El vendedor de inmediato me dijo que sí. Tomó mi batería de teléfono, que recordarán me costó 14 mil pesos, y me dió las que no pude comprar al de los cables.

Feliz por la reversa del negocio que me había parecido caro, me dirigí al otro vendedor que tenía las baterías de telefono a 6 mil y con lo poco que me quedaba se la compre.

Salí feliz y satisfecho recitando el dicho, no hay mal que por bien no venga.

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